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¿Y ahora qué? Música clásica en tiempos de cambio

6 de abril de 2025 | Gestión cultural

¿Qué papel puede jugar la música clásica en el mundo actual?

En un momento de transformación —social, cultural, tecnológica— esta pregunta no es solo pertinente: es URGENTE.
Como gestora cultural y amante de la música clásica, comparto aquí algunas reflexiones sobre este momento de inflexión… y por qué no, de posibilidad.

Un acceso sin precedentes… ¿y una pérdida de conexión

Vivimos rodeados de música.

Basta con un clic para acceder a cualquier obra, época o interpretación.

Esto ha democratizado el acceso de una forma para mí maravillosa: hoy podemos descubrir compositores olvidados, seguir a intérpretes jóvenes, conocer nuevas lecturas de las grandes obras del repertorio.

Y sin embargo, algo se está perdiendo por el camino.

La música clásica ha ido quedándose fuera del centro de la vida cultural.

Los conciertos tienen cada vez un público más envejecido y cuesta convocar a nuevas generaciones.

Quizás porque seguimos repitiendo códigos, formas y liturgias que ya no dialogan con la sensibilidad del presente.

Una profesión en transformación

Al mismo tiempo, el modelo laboral de los músicos se ha vuelto mucho más frágil, por lo menos en España.

Donde antes había orquestas públicas estables, circuitos sostenidos por políticas culturales o salidas profesionales claras, hoy hay mucha incertidumbre.

Más estudiantes de música, menos estructuras de acogida y una precariedad que, a menudo, obliga a reinventarse continuamente.

Pero en esa necesidad de adaptación hay también una oportunidad para repensar qué tipo de músicos queremos formar y qué tipo de música queremos construir.

Las tecnologías como aliadas… si sabemos usarlas

Las nuevas tecnologías no son el problema: son parte de la solución, o eso pienso.

Nos permiten conocer otros lenguajes, formatos, modos de narrar y compartir.

Rompen barreras geográficas, abren nuevos canales y crean comunidad si sabemos habitarlas.

Pero también nos empujan a la inmediatez, a la hiper-producción. Y ahí es donde necesitamos parar y preguntarnos:
¿Qué queremos contar? ¿Para qué estamos haciendo música?

El arte como raíz, no como adorno

La música no es solo técnica. Ni siquiera es solo emoción.

Es, sobre todo, una forma de estar en el mundo. Una manera de interrogarnos sobre lo humano, sobre lo que somos.
Y esa raíz profunda no puede perderse entre la espectacularidad de las formas o la lógica del mercado.

Necesitamos músicos que, además de tocar bien, piensen bien. Que se conozcan. Que tengan algo que decir y sepan cómo decirlo.

Que construyan su lugar desde una mirada crítica y una acción constructiva consciente, no desde la repetición de fórmulas. Solo así lograremos que la música clásica siga siendo un espacio de encuentro y transformación.

Abrir caminos, tejer redes, romper moldes

Desde mi trabajo en gestión cultural veo que el camino está en abrir posibilidades, no en restringirlas.

Conectar instituciones, generar espacios de intercambio… todo eso está muy bien, pero la clave está en pensar de forma más flexible y humana. Y como musicantes debemos poner esa parte humana y entender que todo lo que tiene valor en la vida se construye con tres recursos: atención, tiempo y energía.

Porque, solo con esta acción humana, la música podrá abrir más posibilidades y conquistar espacios.

No es un adorno, es una fuerza generadora de sentido.

Y esa es, creo, una de las misiones más urgentes de nuestro tiempo.

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